MI PRIMERA INFANCIA - MI CASA DE HORTA .-
Hasta que tuve cuatro años, mi familia y yo vivimos en una casa de campo en el barrio barcelones de Horta.
En ella viviamos mis padres, mi hermano, una servidora y mi abuela materna. Mi eterna compañera de habitación hasta el día en que me casé.
Recuerdo que roncaba aparatosamente, pero ya estabamos acostumbrados. Y cuando dejaba de roncar me despertaba, y pensaba "
le habrá pasado algo?", le tiraba de la manta, ella rebufaba y volvía a roncar. Yo me volvía a dormir tranquila. Cosas de crios.
Mi casa era, lo que diríamos ahora, una "casa de campo", adosada a otras, en una calle donde en todas las casas habia un gran huerto, un gallinero,en el que se podían encontrar gallinas, que surtian de huevos a la familia, gallos, pollos de engorde, algún pato, algún pavo e incluso ocas.
Las casas eran inmensas, y con una distribución que ahora sería inpensable. Contaban de planta y piso.
Cierro los ojos y podría dibujarla entera. Recuerdo todos y cada uno de sus detalles, a pesar de que la dejé a los 4 años, y no he vuelto a estar allí. Es algo que no entiendo, como puedo recordarla tan bien.
La planta baja era prácticamente toda una estancia, sólo una pared dividia lo que servia como "entrada-comedor-salón-cocina", del "celler" o "rebost". Lo que ahora llamaríamos bodega-despensa.
A la izquierda una inmensa cocina de carbón y leña, de hierro negra, servia para cocinar y calentar a la vez la casa. Una fregadera de marmol rojiza muy grande, y una larga tira de encimera, hecha de obra y losetas rojizas. Unas coquetas cortinillas de cuadritos tapaban en la parte de abajo las estanterias donde se almacenaban las cacerolas y cacharros.
A la derecha, un mueble aparador de madera oscura, con las cosas "bonitas", como las vajillas y cristaleria de boda de mis padres, y aún bastantes piezas de porcelana y cristal de la abuela.
En el centro de la estancia, una gran mesa cuadrada y cuatro sillas.
La entrada era imponente. Recuerdo dos portalones de madera, que a mí me parecian como de un castillo, que cerraban la casa con una gran llave. Dentro una cristalera aislaba la casa del frio y de la calle.
Detrás de ese portalón había unos clavos grandes oxidados para "colgar", y siempre había allí dispuesta una bota de vino de esas de cuero.
En la despensa había un cuartito, en el que si no recuerdo mal, había un retrete. No nos olvidemos que el "cuarto de aseo" principal estaba fuera de la casa, concretamente a continuación de los gallineros.
Allí en ese gran celler-despensa, es donde mi padre nos montaba a mi hermano y a mí un inmenso belén. Ponia unos caballetes y encima una gran madera, y allí se montaba un belen que parecia un pueblo. Traia pequeños arbustos de la montaña, musgo fresco, montañas de corcho, tierra y arena, todo era auténtico, pero en pequeña escala. No sé quien disfrutaba más, si él montándolo, o nosotros jugando. Porque no era un belen de adorno, ni de exposición, era un belén para vivirlo, y para jugar en él con las figuras, que eran de barro claro. Tambien se ponian toda clase de figuras de animalitos, para que fuera más real. Recuerdo esos belenes con mucha ternura.
Al fondo, y a continuación de la cocina, una oscura y empinada escalera te llevaba al piso de arriba.
Allí, a mano izquierda una grandísima y fria habitación de matrimonio. La de mis padres. Curiosamente la única estancia de la casa que tenía puerta y llave.
A mano derecha, se alineaban tres habitaciones separadas, claro, por paredes, una a continuación de la otra, pero en lugar de tener puertas, había grandes arcos hechos de obra. Los tres dormitorios compartian frontalmente, un salón con ventanales a la calle, lavamanos, tocadores y armarios.
En la calle, no había separaciones de una casa a la otra. Sin lugar para coches, una inmensa acera y bancos de obra a ambos lados de las puertas. Eran los lugares donde se tomaba el fresco por las noches, -no había tele- se relacionaban los vecinos, y se hacía tertulia de vecinas.
En frente a unos pocos metros de la casa, cada uno tenia su pozo del que se sacaba el agua para el gasto de la casa -no había agua corriente dentro- y un inmenso lavadero, donde se hacía toda la colada. Mi madre me contaba, que muchas veces en pleno invierno, se les helaba el agua del lavadero, y tenian que romper ese hielo, para poder lavar la ropa.
Por la parte de detras del lavadero, estaban los huertos y los gallineros.
Sin duda, un pequeño oasis dentro de Barcelona ciudad.
Lujos ninguno. Comodidades pocas. Según tengo entendido mis padres decidieron colocar la luz eléctrica dentro de la casa, cuando yo tenia que nacer. Allá por los años 50. Pero a buen seguro que mi familia fué muy feliz en esa casa, y en ese barrio. Según mis cálculos, mi familia materna ya vivia en esa casa mucho antes del 1900. En 1958 tuvimos que irnos de allí, "para mejorar". Mis padres tuvieron por fín el gusto de poder estrenar SU piso, con todos los adelantos modernos e instalaciones de la época. Eso sí, bastante cerca del barrio.
Mi padre, como magnifico artista que fué siempre, supo plasmar ese ambiente, esa calle y esas casas en varios oleos que pintó unos años despues, ya en su pisito confortable del barrio del Congreso. Mi casa.
Recuerdos de otra época, y sin duda de otra manera de vivir, con muchas menos cosas, pero con muchas menos necesidades tambien.